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"Vandalismo o defensa de derechos: vivimos en una sociedad poco educada, moldeable e ingenua"

Manifestantes se enfrentan a la policía en Barcelona, durante las protestas por la detención del rapero Pablo Hasél.

Manifestantes se enfrentan a la policía en Barcelona, durante las protestas por la detención del rapero Pablo Hasél. / REUTERS / NACHO DOCE

Hoy las redes me demuestran una vez más que vivimos en una sociedad poco educada y con la mentalidad muy enseñada a seguir la corriente de las masas sin siquiera hacerse preguntas al respecto. Las calles se llenan de quienes hacen llamarse manifestantes, que, en vez de luchar por lo que ellos creen la pérdida de uno de sus derechos fundamentales, la libertad de expresión, se dedican a destrozar mobiliario urbano olvidando que son su trabajo y sus impuestos quienes los pondrán de vuelta en las calles, además de robar en tiendas sin ton ni son sin pensar en sus dueños, no solo asfixiados por la crisis de la pandemia, sino que forman parte también de esta sociedad a la que creen que protegen y defienden. Curiosa forma.

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Y más allá de las formas, que creo simplemente muestran una vez más a una población, si bien con motivos cansada, indudablemente poco preparada, moldeable e ingenua, lo peor es el trasfondo de todo esta problemática; altos cargos que hacen de todo menos su trabajo, población que va dando tumbos entre ideologías sin una mínima base económica y política, medios de comunicación que relatan verdades a medias, redes encendidas por titulares antes siquiera de leer la noticia completa, etcétera.

Y no pretendo hablar sobre si la condena a Pablo Hasél es correcta o no, o sobre los muchos otros delitos que se le imputan que nada tienen que ver con sus letras antimonárquicas y que sin embargo sí ha cometido. Simplemente espero que, como sociedad, todos aquellos que han salido a las calles enfadados porque han sentido sus derechos peligrar con esta condena se sientan igual porque algunos partidos que hoy ganan peso en España coarten las libertades y derechos básicos de algunos sectores de esta población. Y, por supuesto, espero que mi libertad de expresión les parezca tan válida y respetable como la del señor Hasél aunque esta no siga su corriente. Serían todos una panda de borregos hipócritas si no, ¿no? Y qué pena sería.

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