"Utilizo el metro cuatro veces al día y considero que Barcelona no se merece lo mal que funciona"

Hacía falta una pandemia para que por fin el metro circulara con una frecuencia suficiente para no ir como ganado en las horas punta. Ahora solo falta que solucionen el calor infernal que hace en lo andenes y en la mayoría de los vagones, aunque como usuaria que soy de las líneas L5 y L3, cuatro veces al día, hay problemas que me indignan mucho más, como la cantidad ingente de personas que ves colándose con toda tranquilidad y sin rubor, normalizando la impunidad, muchas veces delante de los empleados que están en las garitas, los cuales agachan la cabeza, no sé si por vergüenza, cosa que sería impensable hace años.

Si lo sumamos a que pronto volverán los turistas y con ellos los cientos de carteristas, que campan a sus anchas, además de los manteros que colapsan los andenes de Liceu, Drassanes y Catalunya, ofreciendo un espectáculo de vergüenza ajena a visitantes, turistas y nacionales, tendremos el 'pack' completo de la triste realidad del metro de Barcelona, creo que uno de los peores de Europa, ya que los vigilantes de seguridad brillan por su ausencia, cuando quieres buscar alguno y alertarle de alguna incidencia. También está la cuestión de las mascarillas, ya que hay mucha gente que la lleva solamente en la boca o en la barbilla y no lo corrigen, propiciando en ocasiones a que la gente se discuta entre ellos, dando lugar a situaciones muy violentas.

El paradigma de la desvergüenza de gente colándose, es en la parada de metro Congrés, que tiene puertas batientes de los años 60. He enviado diversas cartas a atención al usuario y siempre han sido ignoradas con frases como que están en ello y en breve se solucionará.

En definitiva, un metro que no se merece la ciudad de Barcelona ni sus ciudadanos.