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Unidos para construir, no para destruir

Imagen de la manifestación de la Diada, en la confluencia de paseo de Gràcia con Aragó.

Imagen de la manifestación de la Diada, en la confluencia de paseo de Gràcia con Aragó. / FERRAN SENDRA

Iván Rodríguez Molins

La situación política actual ha derivado en tal polarización de las posiciones, que existen únicamente buenos y malos, oprimidos y opresores, blanco y negro: la gran masa solo percibe a Jedis luchando contra el Lado Oscuro de la Fuerza, conscientes de los peligros de esta. El 'quid' de la cuestión radica en que los dos bandos, los de la DUI y los del 155, forman parte del problema y no quieren reconocerlo.

Los argumentos de ambas partes llevan en muchos casos al delirio, la exageración, los falsos datos y la pelea por la movilización y conseguir el mayor número de retuits en las redes mediante eslóganes y 'fast media' están al orden del día. Y eso desespera a la otra parte. Entonces, a fuego cruzado, esta vuelve a reaccionar y clama al cielo preguntándose cómo pueden tener tanta razón los suyos y los otros estar tan equivocados. Y vuelta a empezar.

Mi pregunta es: ¿por qué en la efusividad de la batalla ninguno se ha dado cuenta de que entre mandatos democráticos y el cumplimiento de las leyes los dos agrandan el problema? La fractura social puede tardar años en sanarse. Ambos utilizan los mismos argumentos aderezados hacia sus masas; escuchar hablar a las dos partes e intentarlo analizar da para un estudio.

Los dos quieren ganar la batalla con la misma cantinela, sin pudor de llevarse por delante a una gran parte de la soberanía del pueblo, hace días que cayeron las caretas. Porque para ellos eso significa preservar los derechos de los catalanes, mantener el bienestar social y económico, asegurar la neutralidad institucional, los otros son fascistas y extremistas, porque los otros se saltan leyes, porque mi consenso es más grande que su consenso, porque son los únicos que aseguran un país normal, porque creen que el otro les odia, porque el supremacismo les ciega, porque los otros no han respetado lo que yo quería que se respetase. Estas y mil y una razones más que, si no tienen, se inventarán.

La realidad es que la vida está plagada de tonalidades grises, de puentes, de amenazas que conllevan oportunidades, de acuerdos. Lo de los buenos y malos están bien, pero hay que dejarlo para las películas. La intransigencia y unilateralidad con la que han actuado ambos gobiernos, con su poca claridad, nos ha llevado hasta la situación actual.

¿Recordáis las veces que el PSC ha pedido diálogo? Le ha servido para que en Catalunya le tachen de traidor de la patria y en España de blandos, destruyendo puentes y ridiculizando alternativas, y así nos luce el pelo. Si quedan partidos políticos con ganas de trabajar, por favor, únanse para construir y no para destruir.

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