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"Tuve que arrojarme al suelo para subir al tren ante los problemas de RENFE"

Una persona con movilidad reducida entra con su escúter en el bus.

Una persona con movilidad reducida entra con su escúter en el bus. / FERRAN SENDRA

Marc Subiron Polo

Mi nombre es Marc Subiron, tengo 26 años y soy abogado. Por motivos laborales, viajo de Barcelona a Madrid con cierta regularidad. Hasta aquí nada especial. La particularidad es que me desplazo en silla de ruedas debido a mi discapacidad física. Una circunstancia que, en pleno siglo XXI, debiera ser lo más normal y cotidiano del mundo, pero no para RENFE y sus servicios.

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El pasado miércoles acudí a la estación de Sants Barcelona para coger un AVE que salía dirección a Madrid a las 08:25 de la mañana. Avisé, como siempre, al servicio ATENDO, que es el encargado de la asistencia para las personas con movilidad reducida en el acceso a los trenes ya que éstos, en su mayoría, tienen escalones. Concretamente, en el andén disponen de unas plataformas que, mediante una batería, se elevan al nivel del vagón, pudiendo así -cualquier persona que vaya en silla de ruedas o que no pueda subir escalones- entrar. Pero esa no fue mi suerte aquel día. Al llegar al andén me encontré con la desagradable sorpresa de que, de las cuatro plataformas que habían allí, ninguna funcionaba. El trabajador de ATENDO las probó todas, hizo un inútil intercambió de baterías entre las plataformas y pidió una ayuda que nunca llegó. ¿Alguien las había revisado? ¿Y su mantenimiento? Todo ello ante mi cara de estupefacción al admirar aquella lamentable escena mientras el minutero iba transcurriendo anunciando la británica puntualidad del AVE, una de sus grandes virtudes que tapan carencias como la que me sucedió.Viendo que aquello no se solucionaría y ante el riesgo de perder el tren y mi importante jornada laboral, no vi más alternativa que arrojarme al suelo para subir al tren.

Desgraciadamente, no puedo decir  que sea la primera vez que lo hago, pero sí lo es en un tren como el AVE. No debería ser así, pero cojo siempre el AVE porque sé que es un tren adaptado y que no va a fallar, a diferencia de los archí-denunciados trenes de cercanías, TALGOS, etc., los cuáles carecen casi totalmente de verdadera accesibilidad.

Ya ni en AVE  podemos viajar. No puedo concebir como un servicio ferroviario como este, cuyo precio no es precisamente barato, pueda darse una situación tan desagradable, denigradora y discriminatoria para una persona con discapacidad.

Historias como la mía suceden cada día en los diferentes servicios de RENFE, Adif y demás. Pero poca gente es consciente porque muchas personas lo solventamos como yo: arriesgando nuestra seguridad y lamentando la pérdida de nuestra dignidad.

Basta ya. Es necesario alzar la voz para que RENFE revise y adapte correctamente sus infraestructuras y sus servicios, que cumpla con su obligación de ofrecer un servicio de calidad y accesible para todos. No es necesario buscar argumentos legales para entender estas situaciones como intolerables. Hay que exigir que toda la red ferroviaria, incluido todo tipo de trenes, sea accesible para todas las personas con discapacidad.

Que no sea necesario tirarse al suelo para ser un viajero más.

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