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Tiempo de mentiras y de medias verdades que contaminan la cotidiana actualidad

El león publicitario de Disney, como el toro de Osborne, en la M-40 de Madrid. 

El león publicitario de Disney, como el toro de Osborne, en la M-40 de Madrid. 

No hace mucho, rememoré la que ha sido la aventura viajera más importante de mi vida. En familia, visionamos el reciclado video que años atrás grabé en tierras africanas. Allí vi cumplido un sueño de la niñez, de cuando en el cine descubrí embelesado a los animales que habitan la sabana. Elefantes, leones, cocodrilos, jirafas, hipopótamos se mostraron de repente en vivo y en directo ante mis avispados ojos. Además de comer -por primera y única vez-, cola de cocodrilo en un restaurante de la antigua colonia británica de Rodesia (Zimbabwe), tuve en mis manos a un cocodrilo y acaricié a unos leones. Pero, en honor a la verdad, debo aclarar que tanto el referido reptil como los leones de marras eran tan solo unas inofensivas crías. O sea, que diría una solemne mentira si afirmara a secas que me atreví a vacilar a ambas criaturas, sin precisar a continuación todo lo demás.

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Viene a cuento esta historia para remarcar que, con demasiada frecuencia, nos venden mentiras, a secas, o simplemente, nos largan medias verdades. Son como las famosas fake news, noticias falsas de esas que acostumbran a contaminar la cotidiana actualidad, siempre con la perversa intención de adulterar obscenamente la objetividad informativa. Al respecto, David Jiménez, exdirector de 'El Mundo', destapa en su libro 'El Director' todas estas patrañas de la profesión periodística y no deja títere con cabeza.

De repente, las tozudas hemerotecas se han convertido en las modernas máquinas de la verdad de las mentirijillas de los políticos que no se ruborizan a la hora de contarnos milongas y de cambiar luego de opinión, para así asegurarse su poltrona. Queda pues claro que casi todo el mundo manipula y que todos se esfuerzan en arrimar el ascua a su particular sardina. No son pocos los medios de comunicación que han sacado tajada de la situación y que no han tenido escrúpulos a la hora de echar mano de las cloacas del Estado y, lo que es más preocupante, de aprovecharse en la autocensura de sus profesionales.    

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