Te han arrancado de nuestro lado negándote un último adiós

Recuerdo que, cuando te conocí, hace menos tiempo del que habría deseado, te mostraste franco, directo, abierto, cordial. Con el poco tiempo que el destino nos concedió aprendí a apreciar tu forma de ser. Me acogiste en tu familia como uno más, quiero creer que tú sabías que mi amor por tu hija era sincero. Y ahora esta lacra, esta maldita pandemia nos ha negado tu sonrisa. Y esta rabia que siento no es solo porque te has ido, a fin de cuentas es ley de vida, es por cómo te han arrancado de nuestro lado. Esta enfermedad no solo te quita la vida, lo hace negándote un último adiós, un duelo de los que te han querido, de los que te querrán siempre. Te arranca de nuestro lado por sorpresa, a traición, rodeado por quienes, impotentes, deberían haberte salvado, y que por falta de medios y conocimientos no han podido, gentes que se juegan la vida por una causa, muchas veces, como la tuya, perdida.

Esto no es una mala gripe, esta maldita enfermedad mata, y mata a traición a quien menos se merece este adiós, mata a la generación a la que ya le toca descansar, a la que luchó por lo que tenemos y estamos malgastando, a los que no tuvieron derechos y solo deberes, a los que pasaron hambre, miedo, opresión y aun así sacaron este maldito país cuarteado adelante, los que dieron un futuro a sus hijos a costa de su presente.

Cada vez que no te proteges, que sales de casa con una excusa en vez de una razón, cuando desdeñas el peligro porque eso no te pasa a ti, cada vez que das pábulo a un bulo, crédito a un charlatán, cada vez estás poniendo en peligro a los que merecen tu cuidado y protección.

Y cuando esto pase, que pasará, aunque dejaremos a muchos por el camino, ten un poco más de memoria de lo que estamos acostumbrados y no des tu voto a los mercaderes que desmantelan y revenden a bajo precio todo lo que la generación que está ahora mismo muriendo te regaló.