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"El submarino nazi o cómo vivir más de 20 años en el odio y la despersonalización"

Imagen del monumento repleto de simbología nazi en Vicálvaro (Madrid).

Imagen del monumento repleto de simbología nazi en Vicálvaro (Madrid). / Twitter

Tras la entrevista de Jordi Évole a David sobre su pasado nazi, se me despierta una terrible curiosidad ante el sentimiento impactante que sintió el joven cuando vio su mundo de creencias desmoronarse. Como expresa el exnazi, el día en que se dio cuenta de que no sabía lo que estaba haciendo, empezó a sentir que no sabía quién era, que el mundo totalitarista en el que había vivido durante más de 20 años no tenía sentido. Me viene a la mente todo el entramado propagandístico que ideó el nazismo, con sus ideas expuestas a pleno pulmón ante las masas y cómo se pudo llegar a manipular las mentes de miles de personas.

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El resultado fue el que podemos ver décadas después expresado en los ojos de este joven. Mentes despersonalizadas, identidades cosificadas por la manipulación, el espíritu individual castrado por la identidad de un signo ideológico. Filosofías tan imponentes y capaces como el estoicismo y el superhombre de Nietzsche mal nombrados con fines decadentes para la esencia del ser humano. ¿Sería posible que volviera a pasar algo semejante a lo que sucedió en la época de los fascismos en Europa? Realmente, hoy, más que nunca, tenemos al alcance un aparato imponente de información para no dejarnos conquistar por proclamas y signos que invadan nuestro propio criterio, y sigue siendo tremendamente importante la introspección a la que nos podemos someter tras las declaraciones de este joven, que vio su vida embargada por un ideal de odio y rechazo a la humanidad.

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