Contenido de usuario Este contenido ha sido redactado por un usuario de El Periódico y revisado, antes de publicarse, por la redacción de El Periódico.

"Soy discapacitada y me sentí como un bebé en Port Aventura"

Shambala y Dragon Khan, en Port Aventura World.

Shambala y Dragon Khan, en Port Aventura World. / EL PERIÓDICO / PORT AVENTURA

El pasado día 3 de julio hice junto con mi marido una visita a Port Aventura. Ambos tenemos una discapacidad: la mía comporta una movilidad reducida; él, sin embargo, sí puede andar. Fuimos al parque con la idea de que las instalaciones fueran accesibles, tal y como anuncian en su web, y pensando que la normativa era la misma que la de otras veces que habíamos ido. Una vez allí nos llevamos un chasco.

Entretodos

Publica una carta del lector

Escribe un 'post' para publicar en la edición impresa y en la web

Después de una aventura en términos de accesibilidad con RENFE, llegamos al parque y compramos la entrada de discapacitados. Nos la dieron con dos pulseritas con un dibujito de una silla de ruedas y, para nuestra sorpresa, nos dijeron: "La normativa del parque ha cambiado y no podéis acceder a ninguna atracción, ni siquiera a las adaptadas, si no vais con un acompañante cada uno en perfectas condiciones físicas".

No nos lo esperábamos para nada porque habíamos estado leyendo la normativa de la web del parque y no habíamos encontrado el cambio que nos comentaban. La cuestión es que el personal del parque nos dijo que, aunque no fuéramos con familiares ni amigos, sí podíamos subir a las atracciones con visitantes del parque que nos quisieran ayudar y subir con nosotros. Pero no quisimos molestar a nadie, en parte porque nos sabía mal pedir a gente que no conocíamos de nada que se responsabilizara de nosotros, y perdimos todo el día.

A pesar del cambio normativo, creo que el parque debería contar con personal especializado, un servicio tipo Cruz Roja, que se encargara de subir a las atracciones con las personas discapacitadas. Porque lo otro, en realidad, es, si vamos solos, exigirnos a nosotros que involucremos a particulares, lo que supone injustamente que estas personas se tengan que responsabilizar de nosotros sin comerlo ni beberlo.

En pleno siglo XXI, somos muchas las parejas discapacitadas que nos movemos con autonomía; no somos bebés, que es como nos hicieron sentir al decirnos que no podíamos subir a unas atracciones nosotros solitos.

De hecho, mi marido, en tanto que sí puede andar, finalmente sí subió a alguna atracción tras pedirle a las personas que hacían cola si podían subirse con él, que seguramente subieron precisamente para no tener que esperar. Yo ni siquiera me pude montar en nada. Cuando nos quejamos, nos respondieron en una carta que la nueva normativa se había previsto así "por nuestro bien".  

Posteriormente, hice una nueva reclamación on line que todavía no me han contestado. Creo que hay muchas maneras de hacer las cosas y, con el precio que pagamos por entrada, pienso que hay suficiente presupuesto para establecer un servicio propio de asistencia a discapacitados.

Ahora bien, es cierto que conseguimos que nos devolvieran el dinero de las entradas, dado que el pase para personas con más del 75% de discapacidad es gratuito y nosotros desconocíamos esta circunstancia.

Participaciones de loslectores

Másdebates