¿Somos realmente seres civilizados?

Qué civilizados somos: podemos presumir de dinero, estudios, una casa y trabajo y de un sistema político democrático que nos garantiza la libertad, protección y seguridad. Sin embargo, nos apartamos de los seres que concebimos diferentes a nosotros.

Ya desde pequeños tenemos tendencia a mirar de manera extraña a los extranjeros, sobre todo si tienen unos rasgos y unas costumbres muy diferentes a las nuestras.  Rechazamos al extranjero, lo menospreciamos, pero me parece que no tenemos en cuenta que el extranjero podríamos ser nosotros mismos el día de mañana, ya que nuestro destino es incierto y nunca sabemos hacia dónde nos puede llevar la vida.

Pienso que la violencia la provocamos nosotros mediante el rechazo. El mundo globalizado nos lleva a un mundo multicultural y eso parece que nadie lo tenga en cuenta. La globalización bien entendida es la riqueza de un diálogo entre personas. La globalización que enriquece es como un poliedro, todos unidos, pero cada cual conservando su particularidad, su riqueza cultural y su identidad, pero esto parece un sueño imposible de alcanzar.

Yo defiendo un mundo multicultural porque creo que gracias a ello podemos obtener una riqueza humana que ni la educación ni los libros nos pueden dar. Pero para eso tenemos que defender más valores como la bondad, la dulzura, la capacidad de aceptar y de amar al prójimo.

Pero al ser humano le cuesta sacarlos, porque la frialdad y la distancia hacia los demás hace que se sienta más fuerte e importante, pero esto no hace más que empobrecer al ser humano. Quien se aleja del ¿extranjero? muestra miedo y debilidad, y quién se acerca muestra fortaleza, seguridad y humanidad en su corazón.

Me da la sensación de que vivimos en un mundo que parece muy grande y complejo, pero detrás de esta fachada se esconde un mundo cada vez más pequeño, vacío y carente de sentido.

Detrás de el sentimiento de superioridad se esconde la inferioridad y ante la necesidad de gozar de una riqueza material, se esconde una falta de riqueza humana, que solo nos puede dar la convivencia y el aprender de otras las culturas.

Porque todas las culturas guardan un tesoro lleno de ideas, pensamientos y valores que nos pueden hacer penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber y esa es la gran riqueza de la vida; la sabia sabiduría de saber compartir, escuchar y valorar a cada ser existente en este planeta tierra.