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"Solo mi cuerpo y mi mente marcarán mis límites, ser mayor no me hace incapaz"

Clint Eastwood en una escena de ’Gran Torino’.

Clint Eastwood en una escena de ’Gran Torino’.

Ana Ramírez Llaràs

Es cierto que, como bien dijo Goethe, "la edad se apodera de nosotros por sorpresa".

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Así es, sin darme cuenta ya soy mayor, no vieja. Ya que la palabra vieja es sinónimo de no útil. Con la edad, es verdad, soy más sensible a muchos comentarios paternalistas dirigidos a la personas mayores, ya sea por políticos, periodistas y en opiniones muy generalizadas en nuestra sociedad.

No voy a negar que mis huesos no son iguales que en mis 20 años, que mi vista requiere gafas y que no pueda correr o saltar con la misma facilidad que cuando tenía 30 años. Sin embargo, estas pérdidas no hacen que no tenga opinión, o no pueda hablar, sentir, defender y luchar por la justicia social que siempre he defendido; que mi curiosidad esté intacta, mis ganas de aprender no vean fin o mis manos busquen otras manos para compartir el recorrido. Y tampoco sé si quisiera ahora ser joven, ya que también creo que cada etapa de la vida es una escuela, un aprendizaje, y vivirlos y aceptarlos son fundamentales para lograr la aceptación y la paz interior.

La edad es un número que en ocasiones nada tiene que ver con la fragilidad y la dependencia. Muchas personas longevas han seguido creando o en activos sin valorar la edad, sino sus capacidades (Picasso, Clint Eastwood, la reina de Inglaterra, etcétera). Sí, yo creo que la edad no debe enmarcar a nadie dentro de unos esquemas. Las etiquetas en ocasiones pueden hacer más daño que la realidad vivida.

Esto no quiere decir que es habitual que exista muchas personas mayores, o jóvenes frágiles, o dependientes, y es verdad que con la edad se aumente la necesidad de ayuda, aunque no siempre. Lógicamente, la sociedad debe acompañar a todas personas dependientes y los gobiernos deben hacer el máximo esfuerzo en que esa fragilidad o dependencia no sea una carga ni para el individuo ni para la familia.

Pero etiquetar según la edad no hace bien, al contrario, puede limitar. Y no voy a permitir que mi edad sea motivo que alguien diga qué puedo o no puedo hacer. Nadie va a limitarme, nadie va a marcar mi meta, nadie debe utilizar mi edad para dejarme a un rincón. ¡Nadie! Solo mi cuerpo y mi mente marcaran mis límites y solo la muerte el final.

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