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En Siria solo se muere una vez

Luisa Vicente Santiago

En Siria  solo  se muere una vez.  En los países sin guerras  y  con los ojos puestos en Siria, morimos muchas veces. Morimos de miedo y de horror  al comprobar que  todo lo que  sucede en Siria ocurre bajo la inacción de Naciones Unidas,  el consentimiento o incluso la colaboración de los gobiernos, en interés de   las corporaciones ,  los mercados y el capital. Morimos cuando las distintas partes del conflicto sirio han sido atiborradas de armas   por los países miembros de Naciones Unidas,  especialmente Rusia y Estados Unidos.  Morimos ante cada  masacre y ante cada  muerte que vomitan  a diario las portadas de los periódicos. Ante  vídeos de mujeres y niños  decapitados invocando a   Alá, a Dios, a los Derechos Humanos  o a la  democracia. Tiembla el mundo ante la  Marsellesa,   cantada por  buena gente a favor de la paz  y al son de   violines de  una guerra  orquestada y silenciosa que  ahora se ha hecho evidente. No servirá  de nada  que los monumentos del mundo se tiñan de luces de colores por la reciente masacre, mientras esos mismos estados sigan financiando el conflicto y miles de sirios mueran bajo las tinieblas  ignorados  por todos.

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Morimos aunque no sintamos el  frío, el hambre o las enfermedades que siente el pueblo sirio,  ante  los 4,8 millones de personas sin  apenas acceso a la ayuda humanitaria. Morimos de terror ante los girones de  carne humana enterrados en las ruinas de una Siria totalmente destruida por esta guerra, que  bien podríamos ser algunos de nosotros o nuestros hijos. Morimos de rabia ante el  comunicado que dio en su día el  Ministerio de Asuntos Exteriores   sobre  la muerte de dos periodistas estadounidenses,  mientras silenciaba el baño de sangre de más de 10.000 niños y  220.000 civiles. Morimos ante la hipocresía de los líderes mundiales que asisten a la cumbre del G-20,  guardando un minuto de silencio para conseguir  su  minuto de gloria.

Morimos cuando vemos que una vez cumplido el obligado protocolo  de solidaridad con la masacre de París, todos los  partidos políticos  han reiniciado como si nada hubiera ocurrido el maratón  para conseguir  el  trofeo del poder en las próximas elecciones. Morimos ante la difusión mediática  de los atentados ocurridos hace 4 días en París, cuando la guerra de Siria empezó hace casi 5 años. Pero no solo las guerras y los gobiernos atentan  contra  la democracia y la paz de los pueblos, la prensa que no informa verazmente o  nos distrae  con artículos ridículos y estúpidos  que no interesan a nadie,   como el publicado por este diario sobre el papel higiénico perfumado, mientras  que España  estaba   en un nivel de alerta 4 sobre 5.  También tendrá  que entonar un miserere por todo lo que presuntamente pueda callar. Si la prensa calla, todos seremos  reos sentenciados a  muerte en el corredor de la indefensión y el olvido.

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