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El síndrome de Jerusalén, la psicosis que acecha los líderes del 'procés'

Manifestación convocada por Societat Civil Catalana para decir ’basta’ al ’procés’, el pasado 27 de octubre, en Barcelona.

Manifestación convocada por Societat Civil Catalana para decir ’basta’ al ’procés’, el pasado 27 de octubre, en Barcelona. / EFE / JESÚS DIGES

Muchos de los residentes en Catalunya sentimos que la normalidad está patas arriba. La violencia y el desorden creado por los radicales del 'procés' ha sido recogido por la prensa internacional, lo que aún desfavorece más todavía. El balance de los destrozos ocasionados sólo en la semana del 14 al 20 de octubre 2019 asciende a 3100 millones de euros. Los producidos hasta el 4 de noviembre de 2019 superan los 138 millones.

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Esta violencia alentada por Torra y Puigdemont, que aseguran que las protestas son y serán siempre pacíficas, produce indignación y asombro. Tiempo atrás, sus líderes se sintieron figuras bíblicas. Recordemos a Artur Mas, que emuló ser Moisés y estar llamado a conducir a su pueblo a la tierra prometida de la que brotaría el "maná". ¿Quizá se refería al maná del 3%? No, ese maná no lo repartió con nadie, más bien el maná que sus fieles dejaron en las sacristías de Òmnium Cultural y la ANC sirvió para pagar a sus abogados, sus multas, sufragar sus avales y mantener intacto su patrimonio. Artur Mas tuvo un gran maestro, el 'Molt Honorable'.

También se comparó a Puigdemont con el Dalai Lama, pero su frase le delató: "Sin muertos, la independencia de Catalunya tardará más en llegar". Estas simbiosis bíblicas vienen bien para hablar del síndrome de Jerusalén, una psicosis que afecta a los que visitan y viven en Jerusalén. Es un trastorno separatista y, en los casos más graves, aparecen delirios y alucinaciones. Los que lo padecen se identifican con personajes bíblicos y los imitan: Moisés, el Rey David, Jesús de Nazaret o Juan Bautista.

Los hombres tienden a emular a personajes masculinos, y las mujeres imitan a los femeninos. El Muro de los Lamentos, es visitado por miles de personas que rezan y buscan experiencias sobrenaturales y de manera especial lo hacen al anochecer. El ambiente espiritual que se vive es tan contagioso que los que padecen este síndrome predican por las calles de Jerusalén vestidas con túnicas y sábanas. Pasados unos días vuelven a la realidad y muchos se avergüenzan de sus comportamientos extravagantes sin poder explicar lo que les pasó.

Dejo aquí este apunte para reflexionar si el 'procés' tiene más de síndrome religioso que se descompensa con brotes violentos, que ser un ideario político y geoestratégico al uso.

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