"Siento indignación por las últimas detenciones en Girona"

Hace ya un tiempo que no escribo ningún artículo porque, debido a la situación política en general, me embarga una decepción de tal calado que los argumentos se desmembran, las energías temporalmente se desvanecen y el espíritu crítico, casi siempre estéril en el contexto en que nos encontramos, queda seriamente tocado.  

Pero es que el talante y la dirección que ha tomado el Estado español en los últimos tiempos, tarde o temprano consigue despertar la rebeldía que una gran parte de los catalanes llevamos dentro. Quizá lo que buscan es que la rebelión que nunca ha llegado a producirse en nuestra comunidad anide en el marco mental de los ciudadanos para que, más pronto que tarde, se lleve a cabo de forma efectiva y de esta manera quede desmontado el carácter cívico y pacífico sobre los que se han sustentado las reivindicaciones que conocemos.

Las detenciones que tuvieron lugar el pasado 15 de enero en Girona, aleatorias e indiscriminadas, supuestamente por desordenes públicos durante el pasado 1 de octubre, con un procedimiento autoritario y mediático fuera de lugar, constituyen, según el criterio de juristas especializados, un abuso de poder totalmente ilegal que vulnera los derechos más fundamentales de las personas.

El caso de Tamara Carrasco, esperpénticamente detenida al más puro estilo de la negra etapa del terrorismo de ETA, junto con todos los demás litigios que no hace falta mencionar muestran la deriva de este Estado, que se acerca más a Turquía que a los países más avanzados de la Unión Europea.

La indignación se recrudece y las consecuencias de todo lo que está pasando se antojan imprevisibles.