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Me siento atropellado por la justicia

Furgonetas de los Mossos d’Esquadra, ante la sede de la Audiencia Provincial, a primera hora de este miércoles.

Furgonetas de los Mossos d’Esquadra, ante la sede de la Audiencia Provincial, a primera hora de este miércoles. / FERRAN NADEU

Benet Pera Caimel

El día 14 de noviembre del 2012 acudí a los Mossos d’Esquadra de Arenys de Mar para denunciar la ocupación ilegal de un piso por un desconocido. Me enteré el día anterior, después de encontrar en el buzón las llaves del piso junto a una breve nota del inquilino en la que decía: “Me voy del piso”. Este señor llevaba 16 años ocupándolo y cumpliendo, pero por lo que se vio había permitido la entrada de aquel desconocido hacia algún tiempo.

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Por una pelea con agresión del inquilino al desconocido, un juez sentenció el alejamiento del inquilino y por eso dejó el piso. Más tarde entró en prisión y no sé si hoy día está libre.

Los Mossos me dijeron que ya irían a verlo. Fueron al piso y como no contestaron, aquí acabó su intervención. Me aconsejaron que presentara una denuncia y siguiera la vía judicial. Al cabo de poco tiempo un juez dijo que no había dolor en el caso, y tenía derecho a litigar. Así lo hice, antes me encontré con el okupa con el que hice tratos que no cumplió, pero sí que pasó el tiempo suficiente para que yo pusiera los contadores a mi nombre y no pudiendo imaginarme que por obra de la justicia el piso estaría retenido durante 32 meses seguí pagando los recibos de agua y luz.

En septiembre del 2013 se celebró el juicio, pero el resultado tardaron varios meses a notificarlo. Siete páginas de escritura para decir que, puesto que el ocupante no tiene ningún derecho debe abandonar la vivienda, pero -y aquí me estrujo los sesos- tiene derecho a un recurso gratuito, como así hizo su abogado.

El tema pasa a la Audiencia y por esta regla de tres lo que llaman justicia siguió permitiendo la autoridad del piso a la persona desconocida, de la que además tuve que asistir en juicio contra mí por haberme acercado a “su vivienda” y haber dejado una nota. También mandó a los tribunales al inquilino que, aquí empezó el primer gran error al admitirlo, este recibió una nota del juez en la que le notificaban de que quedaba sin efecto la pena de estar a cierta distancia.

El inquilino se acercó a su casa y el intruso, de un empujón, lo tiró escaleras abajo. A la mañana siguiente, provisto del parte que le había extendido el médico, se personó a los Mossos y se encontró con que a su vez el agresor ya había puesto una denuncia contra él, por invasión de su vivienda. Se celebró el juicio y lo perdió, igual que los otros tres.

Pero en lo que yo creo que la justicia me ha atropellado es el hecho de verme obligado a asistir para ganar cuatro juicios con abogado y procurador y para, a mis 89 años, defenderme de un desconocido (de 40 años) apoyado por abogado gratuito y que no cesaban en hacer recursos.

Cuando el juez me entregó las llaves el 19 de junio de 2015, mis hijos, puesto que yo ya no subía escaleras, se encontraron con todos los muebles destrozados; allí no había nadie para responder de los perjuicios causados además del importe del consumo de agua y luz durante cerca de tres años, de todo lo cual pudieron disponer por la gracia que les hicieron los ya citados Mossos,  juez y Audiencia, que hicieron posible el expolio de una propiedad legalmente documentada pasara a manos de gente irresponsable.

¿Alguien podría indicarme a dónde puedo acudir para poder escandalizar a los que tan erróneamente actuaron?

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