Semana Santa en Ibiza: nos llovió agua y generosidad

Esta Semana Santa decidí apuntarme a un viaje de senderismo en grupo por Ibiza. Dado que el tiempo en esas fechas suele ser inestable en casi toda la península, pensé en la isla mediterránea como un destino seguro de sol y buena temperatura.

La realidad, sin embargo, fue muy distinta a lo que me esperaba. El mal tiempo nos acompañó casi desde el primer día: viento, frío y lluvia fueron la tónica.

Todos estábamos frustrados por una meteorología adversa pero, al mismo tiempo, teníamos ganas de pasarlo bien, así que cada uno ofreció lo mejor de sí mismo y conseguimos que los paseos por la costa, los desayunos, los picnics y las cenas transcurrieran siempre entre risas y con espíritu de cooperación.

Al buen ánimo de los participantes hay que añadir la excelente actitud de los organizadores, que en todo momento procuraron que la excursión planificada satisficiera las expectativas de los clientes. En ese sentido, cambiaron el programa varias veces en función de la meteorología, la variedad del paisaje y las necesidades de los caminantes de comer, tomar un café o una cerveza.

Este buen talante tuvo su máxima expresión a mitad del viaje. Después de tres días de tiempo desapacible y pronóstico similar para los siguientes, el responsable de la actividad nos comentó que le quedaban tres plazas libres en el grupo de senderistas previsto para el puente del uno de mayo, y que la invitación incluía el paquete completo de excursiones, alojamiento y manutención.

Mi sorpresa ante tal muestra de generosidad fue enorme. Hacía mucho tiempo que no oía palabras tan amables y cercanas.

Esta Semana Santa en Ibiza nos llovió algo más que agua y, por este motivo, ya estoy pensando en volver.