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"La salud llegará únicamente a quien la pueda pagar, como si fuera una mercancía más"

Un vial de cinco dosis de Pfizer de una nevera del CAP Manso. El fármaco puede estar hasta cinco días desde que ha sido extraído de los ultracongeladores.

Un vial de cinco dosis de Pfizer de una nevera del CAP Manso. El fármaco puede estar hasta cinco días desde que ha sido extraído de los ultracongeladores. / ÁLVARO MONGE

Para atajar las peores consecuencias de la covid-19, los gobiernos y las administraciones lo intentan, pero consiguen resultados muy escasos. El confinamiento ha sido la mejor decisión al respecto.

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El mercado sigue funcionando sin demasiados óbices. El pasado 9 de noviembre se logró un hito histórico: la capitalización bursátil mundial rebasó los 100 billones de dólares (82,6 billones de euros). La crisis no es de escasez, sino de sobreproducción. Los problemas no son el material sanitario o la vacuna, sino el precio a pagar por estos.

La alternativa a la crisis sanitaria es sistémica: el Estado nacional o regional (UE) reparte la riqueza acumulada (material sanitario e investigación científica) mediante la prestación de servicios (sanidad pública) que racionalicen la producción y limiten el dispendio o, renunciando a la razón, se destruye el superávit de riqueza lo más eficazmente posible, dejando el material en los almacenes especulativos.

El mercado trasnacional creará una escasez artificial que suba los precios y la salud llegará únicamente a quien la pueda pagar, como si fuera una mercancía más, sujeta a subasta y precio.

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