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Réplica al artículo de Esther Vivas 'Sobrevivir no es delito'

’Top manta’ en el Port Vell de Barcelona, este sábado.

’Top manta’ en el Port Vell de Barcelona, este sábado. / RICARD CUGAT

Señora Esther Vivas, contesto a su artículo Sobrevivir no es delito, publicado por EL PERIÓDICO. Difiero del contenido de su escrito, pero estoy de acuerdo con usted en que “sobrevivir no es delito”.

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Los comerciantes de este país también intentan sobrevivir. Asfixiados por las grandes superficies, la venta online y el comercio ilegal en la calle, trabajan muy duro para cubrir apenas los gastos de sus pequeños negocios. A estos tres frentes corrosivos a los que se enfrentan cada día al levantar la persiana se les une una fuerte presión fiscal, la cuota de autónomo que no baja de casi 700 euros al mes si aspiran a una jubilación medio decente, más los gastos fijos (luz, agua...).

Por si esto no fuera suficiente, un nuevo capítulo de gastos en dispositivos de seguridad ante la ola de criminalidad que nos invade constreñirá aún más sus reducidos ingresos. La actual situación de incertidumbre que se cierne sobre el pequeño comercio, aunque austed le pueda sorprender, es crítica y preocupante. El trabajo de miles de tiendas está en riesgo, así como el de sus empleados, y el futuro de ambos seriamente amenazado. Barcelona fue siempre la ciudad de las tiendas y los tenderos, una actividad apreciada por todos los catalanes que aportaba a Barcelona un valor cultural digno y reconocido.

Y ya para acabar, su comentario “el top manta no aparece entre las preocupaciones de los barceloneses según el barómetro del Ayuntamiento”, me obliga a preguntarle: ¿acaso nuestros comerciantes no son también barceloneses? Puede estar segura, señora Vivas, de que a estos barceloneses sí les preocupa y les afecta la competencia desleal del top manta, no solo por todo lo ya expuesto, sino porque de seguir así el pequeño comercio y sus empleados perderán sus empleos, engrosaran las cifras del paro, lo que implicará la pérdida de mucho dinero que se destinaba, entre otras cosas, a cubrir prestaciones sociales de los más desfavorecidos, incluídos los que ejercen la venta ilegal.

Todos tenemos derecho a sobrevivir, pero es injusto que la supervivencia de algunos sea a costa de sacrificar la supervivencia de otros.

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