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Reeducar a la sociedad machista

Concentración contra la violencia machista ante el Ayuntamiento de Barcelona, el pasado junio.

Concentración contra la violencia machista ante el Ayuntamiento de Barcelona, el pasado junio. / RICARD CUGAT

La violencia machista es una lacra de nuestra sociedad que cada vez parece tener una mayor expansión. Para intentar remediar este mal tan acuciante, se han confeccionado leyes e incluso se ha facilitado un número de teléfono, el 016, con el objetivo de paliar lo máximo este fenómeno criminal.

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No obstante, convendría que además de estas medidas, se intentaran corregir posibles causas que pueden condicionar estas situaciones tan alarmantes. Para ello creo que se debería reconceptualizar unos aspectos cuyo significado se ha deformado considerablemente por diferentes tipos de influjos. Señalaré dos que a mi juicio son los más relevantes:

En primer lugar, tenemos el concepto de amor. Identificar esta palabra solo con los sentimientos hace que, en ese contexto, el amor sea volátil. El amor no solamente es un sentimiento. Es voluntad de querer el bien del otro. Por consiguiente, el amor en una pareja no debe basarse en 'siento algo o no lo siento' de una manera irrevocable, sino en a pesar de que no siento en este momento, hago lo posible por sentir y me esfuerzo en querer a la otra/o en múltiples detalles que surgen en cada jornada.

En segundo lugar, existe actualmente una disociación de la sexualidad humana y de la persona. Una mujer y un hombre son persona, es decir, capaces de querer, pensar, reflexionar y decidir. Tienen los mismos derechos y deberes. Una mujer no es un objeto de placer, ni se debe usar y tirar como un pañuelo de papel. Por tanto, la sexualidad debe comprender el ser personal y el amor que envuelve esta situación.

Haber vivido en una situación desamorada y considerar a la mujer como un 'objeto inferior', son el germen a partir del cual puede crecer y hacerse realidad la violencia machista. Por consiguiente, es necesaria una buena educación y una formación en valores.

Uno de los grupos en que puede elaborarse esta pedagogía es la familia. La familia es el lugar en donde se le debe querer a uno por ser uno mismo como es sin intereses ni cálculos egoístas.  La familia es la escuela en que se aprende a amar y a vivir los valores humanos. No nos podemos quedar con la ley, el teléfono y los autos judiciales. Es necesario crear un tejido social cuyos miembros vivan o hayan vivido en un ambiente en donde se haya adquirido ese amor  desde la infancia.

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