"Recibí el mensaje para vacunarme pero no lo he hecho: hay muchas personas que tienen más derecho a ella que yo"

Quiero expresar en estas líneas mi asombro ante algo que esta pasando con esta pandemia y que, a mi entender, es demostrativo de la absoluta pérdida de valores de nuestra sociedad. Me refiero a la cuestión de la vacunación, ante la cual la gente se divide entre provacunas y negacionistas, aunque de hecho todos militan en el bando del egoísmo. En realidad las dos posturas solo son la expresión de un concepto de beneficio personal (los que piensan que estarán bien vacunados y los que piensan que estarán mejor si no lo hacen). Pero hay otras opciones.

Una de ellas, que yo defiendo firmemente, es posponer la vacunación por motivos estrictamente éticos. Yo tengo 67 años y, por lo tanto, ya recibí el mensaje para ir a vacunarme, y no lo he hecho. La razón es muy simple: considero que hay muchos millones de personas que tienen más derecho que yo a la vacuna. Por lo tanto, esa vacuna que me han ofrecido se la cedo gustoso a cualquiera de ellas. Yo me pongo voluntariamente el último de la fila. Y sí, cuando me toque, exigiré mi derecho a ser vacunado, pero no antes, porque el derecho a la inmunización no es una prebenda que me concede el Gobierno, ni la OMS, ni ser ciudadano de un país rico y poderoso... No. Ese derecho lo tenemos todas las personas del mundo y el orden de prioridades no puede ser en función del poder adquisitivo.

Pero es que además existe otro motivo que, por sí mismo ya sería suficiente para tomar esta decisión, y que tiene que ver con el amor propio (seguramente concepto caduco, pero recuerden que yo soy viejo). Es que verán, yo tengo esposa y tres hijas jóvenes y brillantes... ¿de verdad puede existir un argumento que me convenza de inmunizarme yo antes que ellas? Puedo asegurarles que incluso en el caso de tener la certeza de contagiarme yo les cedería, sin dudar, mi vacuna.