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Queremos que nos visiten, pero no acabar como figurantes de un decorado

Unos japoneses esperan en una parada anterior al parque Güell para coger sitio.

Unos japoneses esperan en una parada anterior al parque Güell para coger sitio. / ALBERT BERTRAN

Se habla de los enormes beneficios que aporta el turismo, pero no debe entenderse así si no mejora la calidad de vida del ciudadano. 'Turismo de calidad' no debe referirse a las personas que nos visitan sino a las políticas que se desarrollan. Los beneficios están dirigidos a grandes empresas y grupos de negocio, sin contemplaciones para el ciudadano. Solo tienen como objetivo que cada vez se pueda acoger a más visitantes y echar sin escrúpulos a los residentes que no dejan hueco.

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El turismo en Barcelona

¿Qué crees que hay que hacer para mejorar la gestión del turismo en Barcelona?

Se dan infinidad de datos económicos sobre los beneficios que aporta el turismo, pero hay una insultante desinformación sobre a quién se distribuyen. Se generan puestos de trabajo, pero con sueldos bajísimos y en condiciones laborables durísimas, cosa que reduce el paro temporalmente, pero no aporta apenas beneficios a la Seguridad Social y sí gasto en la cuenta del paro.

Ese ciudadano presuntamente feliz porque trabaja es víctima del propio sistema porque su escaso salario le impide el acceso a la vivienda y tiene que migrar cada vez más lejos de su barrio, de su ciudad. Es el bucle de la trampa, su "bus turístico". Los barrios incorporan al visitante a la nueva realidad de la que ha sido expulsado el antiguo residente y el comercio de proximidad, dejando como 'beneficio' desmadres cívicos, acústicos, deterioro de la convivencia y la salud...  en definitiva, beneficio cero.

Los grandes empresarios quieren construir hoteles sin parar, porque si no tienen una ocupación en torno al 75% no le son rentables, y necesitan incorporar masas de visitantes que, además, suponen un alto coste de mantenimiento, limpieza de calles y playas, servicios, etcétera que se sufraga con dinero público, que aquí sí pagamos todos.

Y a cambio, al ciudadano le han revuelto su escenario vital, le es difícil encontrar el pan o la fruta cerca porque los locales comerciales han sido comprados para poner tiendas de consumo para el turista. Los tan cacareados cruceros contaminan como 12.000 coches y semanalmente recibimos a tres. Y la especulación inmobiliaria impide que aflore actividad sociocultural.

Trabajo precario mal retribuido, inaccesibilidad a la vivienda y una hoja de ruta vital propia de un parque temático... En definitiva, se ha convertido al ciudadano en un intruso en su propia ciudad, a la que solo le permiten acceder para ser explotado. Las administraciones suelen mirar hacia otro lado, porque el titular "Los grandes beneficios del turismo" es muy contundente.

El Ayuntamiento de Barcelona ha frenado la construcción de hoteles y la reacción de los grupos económicos implicados ha sido ir a degüello contra el consistorio. Recientemente se ha acuñado el término 'turismofobia' que, en mi opinión es un error: no se tienen recelos contra el turista. Queremos ser visitados y compartir modos de vida, cultura, ocio, gastronomía, pero no ser barridos, expulsados, convertidos en figuras de cartón para el decorado turístico. 

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