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"Ya quedan pocos quioscos, lugares entrañables de la memoria del pueblo"

Un quiosco de prensa de Barcelona

Un quiosco de prensa de Barcelona / Ricard Cugat

Hubo un tiempo en el que visitar quioscos era ir saludar a viejos amigos, lugares de socialización. Allí se generaban nodos, auténticos oasis de color verde formando parte de la convivencia. En sus paredes se tendía, con pinzas de la ropa, la lectura; de sus cuerdas colgaban periódicos, revistas, cuentos de hadas, cómics de superhéroes, folletos, fascículos, novelas del 'Far West', de espionaje, de terror o de aventuras, cromos de fútbol, crucigramas, pasatiempos...

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El quiosco forma parte de la memoria del pueblo, ha sido la librería de la gente obrera, como escribiera Pérez Andújar. En su ADN está la chapa de la calle, de las furgonetas de reparto, gestos de una biodiversidad urbana de vecindades, de mucha gente pequeña haciendo cosas grandes. Desde sus atalayas se avistaban mujeres y hombres convirtiendo un descampado en un ambulatorio, modestos comerciantes, maestras de escuela, metalúrgicos, barrenderos reclamando sus derechos mientras alzaban el bocadillo o el puño para que hoy no se olviden los paisajes.

Ya quedan pocos de esos lugares entrañables, unos pocos resisten. Son gente del barrio, a veces la quiosquera va a las casas, llevan recados a viejas con achaques. Algunos se reinventaron vendiendo riñoneras, ceniceros, colgaron paraguas, gorras, mochilas, carteras y baterías para móviles; alternan la venta de cigarrillos sueltos para chiquillos sin dinero o para quien quiere dejar de fumar, con alguna revista de moda o decoración, otros siguen poniendo piedras a libros de segunda mano que conjugan con vinilos de tapas estropeadas; puede que pronto vendan bebidas, entradas para el teatro o billetes para el transporte.

Son puntos de encuentro donde la gente aún se saluda. Entre sus estructuras de hierro y polvo sobreviven como pueden junto a otros inventos como el de los cupones o incluso el de plantas y flores. Todos ellos, quioscos para la esperanza.

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