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Que la banalización no nos lleve a la confusión

Protesta contra la violencia machista en Madrid.

Protesta contra la violencia machista en Madrid. / ANDRES KUDACKI (AP)

La educación debería proporcionarnos el conocimiento para comprender y diferenciar unos conceptos de otros. Las palabras transmiten esos conceptos, pero si no tenemos criterio propio y una emotividad autosuficiente para diferenciarlos seremos presa fácil de los demagogos. Mucho se habla del principio ético de la igualdad, pero quienes lo suelen utilizar no pretenden una sociedad de individuos iguales en su esencia, sino la imposición de su rol de género concreto.

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Cuando se habla de violencia de género se relaciona siempre con el machismo (la muerte de muchas mujeres es su resultado extremo). Pero si observamos bien, vemos que en muchas relaciones de pareja actuales, quienes ejercen el rol de control de poder emocional y psicológico son las mujeres. Derivado de una sociedad matriarcal, con roles diferenciados de género y relación de por vida, que solo transmite conceptos de pecado y virtud que provienen directamente del Antiguo Testamento y del enamoramiento romántico (pura moral antiética).

La mayoría de suicidios son de hombres que en muchos casos no saben gestionar unas emociones que les hacen también víctimas de una educación emocional de desigualdad. El hombre es castrado emocionalmente desde niño para dependen de la costilla (Eva) de la que fue privado. Vivimos tiempos de niebla ética y confusión entre realidad y deseo.

La banalización de estos principios nos lleva a la patología de confundir, que amar de verdad a alguien nunca puede ser una manipulación de intereses varios: económicos, sexuales, sociales y o emocionales. Ética era para los antiguos griegos igual a salud física y mental, lo contrario phatos, enfermedad. Si no educamos en como diferenciar en el lenguaje unos conceptos de otros, terminaremos confundiendo lo real de lo irreal, lo que es correcto de lo que no lo es. Quizá, nuestra vida es una función donde solo asumimos un papel. Creemos que ser libres y escribir nuestro libro de vida es demasiado complejo y difícil. El resultado es triste y hueco.

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