Contenido de usuario Este contenido ha sido redactado por un usuario de El Periódico y revisado, antes de publicarse, por la redacción de El Periódico.

Pueblo e independentismo

La Diada en la Diagonal de Barcelona, el pasado 11 de septiembre.

La Diada en la Diagonal de Barcelona, el pasado 11 de septiembre. / ALBERT BERTRAN

Si es verdad, como parece, que la soberanía de un país reside en su pueblo, el independentismo tiene razones para entender que su objetivo ha cambiado de naturaleza. En otros tiempos aparentaba estar en manos de altos poderes monárquicos y ocurrir lejos de los hombres y de sus afectos. Pero hoy sólo cabe entender que ese hecho recae directamente sobre el pueblo, su vida y sus naturales intereses. Esto lleva a pensar que, si no concurren fuerzas mayores, el fraccionamiento de este pueblo es cosa súmamente seria o intocable.

Entretodos

Publica una carta del lector

Escribe un 'post' para publicar en la edición impresa y en la web

Pero el independentismo catalán parece haber ignorado a este pueblo y convertir su pretensión en cosa burocrática. Ha de ocurrir otra cosa. Su comportamiento delata conocidas raíces históricas que lo siguen alimentando y promueven una especie de culto que lo inhabilita cara al contexto actual. No negaríamos aquel pasado, pero la acomodación al presente parece más que urgente.

Y al pueblo nada le ayuda a superar la herida de la pretendida separación, o la amenaza de perder una tierra común que contempla siempre, a su manera, como algo propio, con la fractura del tejido de comunicaciones de toda clase ahora abierta. Pensará que el independentismo puede pretender la escisión sólo por razones de orden particular. Y podrá entender que el voto libre y puramente eventual no es más que un ejercicio en el vacío que nada tiene que ver con el hecho humano que se plantea.

Participaciones de loslectores

Másdebates