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"Nuestros profesionales sanitarios sostienen el sistema con dedicación pero a cambio reciben precariedad"

Dos profesionales sanitarios caminan en los pasillos de un hospital de Barcelona.

Dos profesionales sanitarios caminan en los pasillos de un hospital de Barcelona. / Ferran Nadeu

Hace unos días, me reencontré con un amigo de la infancia. Tras mucho tiempo sin vernos, nos pusimos al día y nos contamos qué nos ha deparado la vida y, con gran orgullo, me contó que había logrado su sueño: ser enfermero. Sin embargo, a medida que hablábamos, su sonrisa se fue desdibujando.

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Como muchos jóvenes, aceptó condiciones que no eran del todo idóneas para ganar experiencia. Pero, ¿es este el precio que deben pagar quienes nos cuidan? Jornadas interminables, presión constante y un sueldo irrisorio que a veces no llega ni a los 1.500 euros han convertido su vocación en un sacrificio.

Su historia no es una excepción. Médicos, enfermeros, auxiliares y cuidadores sostienen el sistema sanitario con esfuerzo y dedicación, pero reciben a cambio precariedad y desinterés. La vocación es una gran virtud, pero no paga facturas ni permite construir un futuro.

Escuchar su relato me dejó una mezcla de impotencia, tristeza y frustración. Nos preguntamos por qué tantos sanitarios se marchan al extranjero, pero la verdadera cuestión es ¿cómo es posible que aún haya quienes decidan quedarse? Si el marcharse de España antes era una opción, para muchos de ellos ahora es una obligación.

Aplaudir en tiempos de crisis no es suficiente. Si no se toman medidas urgentes, pronto nos preguntaremos no solo por qué se van, sino quién quedará para cuidarnos.

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