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Por qué el horario idóneo es el del sol

Reloj de bolsillo de colección

Reloj de bolsillo de colección / Sandor Ujvari

Durante años, hemos tenido que soportar como estatuas de mármol el cambio de hora. Ni la luz, ni la oscuridad, ni el frio, ni el calor influyen en los cuerpos inertes, cuyo su único significado está al servicio de unos humanos que siempre callan porque disponen de quienes transitan por los medios de comunicación, que se balancean en estadísticas trufadas de imaginación. 

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El ser humano es parte de la naturaleza y debe comportarse en sintonía con ella, así que el horario idóneo es el del sol. Todo lo que no sea esto comporta problemas para la salud, pero, como la industria que está detrás de las enfermedades genera un incremento del PIB, por medio de una medicación y de tratamientos inútiles, de lo que se trata es engordar los índices macroeconómicos.

El truco consiste en que los humanos se muevan cuantas más horas mejor, para conseguir el movimiento perpetuo durante las 24 horas del día, y poderles recetar a continuación ansiolíticos, y así se potenciar los gastos más absurdos y las visitas nocturnas a los museos.

La ruleta va girando para generar más huella ecológica, que representa el triunfo del progreso y de la modernidad; ése es el objetivo de esta sociedad tan intolerante para la democracia y tan sumisa hacia sus destructores.

En definitiva, la industria que más se ha potenciado desde hace cuarenta años en toda Europa es la del ocio y la del turismo, y el horario vive en función de sus necesidades y no la de los humanos racionales o espirituales.

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