"Es populismo nacionalizar autopistas en lugar de una eléctrica"

Tras la nacionalización de algunas autopistas parece oportuno hablar de cierto populismo con el que se ha justificado, respecto a un supuesto agravio con comunidades donde existen autovías sin peaje. Antes de nada, autopista y autovía no son lo mismo, los estándares de calidad y mantenimiento son como comparar los de El Bulli y un McDonald's. En las europeas de 2009 un eurodiputado de CiU dijo "España es la última isla de gestión soviética en el mundo desarrollado" en referencia a las empresas públicas Renfe y Adif. De modo que para comprender la situación de autopistas privadas en Catalunya basta con extrapolar esta mentalidad a la red de carreteras, y el resultado de esta ecuación sin incógnitas es que la posibilidad de autovías públicas se esfumó en favor de autopistas privadas.

Que en los años 90 se construyesen en algunas comunidades autovías públicas con fondos de la UE, y en otras se aumentaran los kilómetros de autopistas de peaje, no obedece a un complot foráneo de abuso territorial, sino al modelo con el que se ha gobernado la autonomía. Es decir, ¿por qué en unas hay más hospitales de gestión pública y en otras hay más que están en manos de fundaciones privadas que pagan menos impuestos, reciben subvenciones públicas, y pertenecen a corporaciones privadas? Es igual que con las autopistas, un modelo que en lugar de dotar de servicios públicos a la autonomía se la ha vaciado mediante fundaciones, concertaciones y autopistas.

Es curioso que hace 12 años se acusase al Estado de tics soviéticos por el sistema ferroviario, y ahora se le pida que financie con recursos públicos la ampliación del aeropuerto de Barcelona, lo que por otro lado es un alivio para no convertirlo en otra nueva fundación privada más o concesionaria. No obstante, cabe preguntarse ¿cuál ha sido el criterio para clamar la nacionalización de autopistas, con vías públicas alternativas, en lugar de alguna de las compañías energéticas, cuya alternativa es una vela de cera?