"Aunque mi enfermedad no se vea por fuera, yo sigo estando enfermo"
Álvaro Montanini Sant Cugat del Vallès
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Una imagen del hemiciclo del Congreso. / Rodrigo Jimenez / Rodrigo Jimenez
Jordi Querol
El gran fallo de nuestra política actual es que entre nuestros dirigentes no existe ningún debate ideológico serio. Basta seguir las tertulias o leer la prensa para constatar que el insulto y la futilidad priman en la confrontación parlamentaria: la culpa es siempre del otro. Los errores del Gobierno actual de Pedro Sánchez son -y han sido- múltiples: el apagón eléctrico, los pactos con Bildu, los 1.500 asesores a dedo, el CIS de Tezanos, los indultos a golpistas, el asunto de los trenes, el apoyo a la okupación, el abuso de los decretos ley como única forma de legislar, los problemas judiciales de su esposa y su hermano, la corrupción de sus leales amigos Koldo, Cerdán y Ábalos, o los presupuestos que nunca aparecen.
Entretodos
Siempre se busca un chivo expiatorio para eludir explicaciones y responsabilidades. A todo ello se suman los fallos en las pruebas mamográficas en Andalucía y en el control de las pulseras para agresores sexuales. Y, sin embargo, todo se eleva a una condición abstracta, como si los hechos hubieran surgido por sí solos, de la nada, y fueran imposibles de prever. Por eso, nadie dimite: porque nadie es responsable de nada.
Si la oposición hubiera sido otra -es decir, una oposición centrada, cabal y seria-, Sánchez, atrapado por los hechos enumerados anteriormente y muchos otros, ya no estaría en la Moncloa. Pero en este contexto abstracto y ruin, donde la oposición que lideran Feijóo y Vox ha pasado a ser un puro teatro, la ciudadanía considera a Sánchez un mal menor.
Participaciones de loslectores
Álvaro Montanini Sant Cugat del Vallès
Alida Vicente Parets del Vallès
Ángel Gil Castilblanco de los Arroyos (Sevilla)
Miquel Trepat Director General de Cementiris de Barcelona
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