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Política española: evitar la ordinaria excepción

 Pedro Sánchez, en la sede del PSOE. 

 Pedro Sánchez, en la sede del PSOE.  / DAVID CASTRO

Jesús Pichel

Es excepcional lo que se aparta de lo ordinario, de la regla común. Y la regla común y lo ordinario durante 37 años ha sido un bipartidismo imperfecto en el que PSOE y PP se alternaban en el gobierno, a veces apoyados sobre todo por los nacionalismos catalán y vasco. En 2015, esa regla ordinaria se rompió: ningún partido logró ser definitivamente hegemónico y no fue posible formar gobierno. El resultado de aquello lo conocemos: excepcional convocatoria de elecciones en 2016 e investidura a duras penas de Rajoy con la abstención técnica y forzada del PSOE.

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La situación actual tras las elecciones de 2019 es, si cabe, aún más compleja por la mayor fragmentación y, sobre todo, por los vetos cruzados: aquel "no es no" de Sánchez de alguna forma ha calado en todos los partidos. Parece que, de nuevo, gana peso la excepcionalidad de convocar elecciones, quizás en noviembre.

La Constitución prevé en su artículo 99.5 que, si pasados dos meses desde la primera votación de investidura ningún candidato hubiera obtenido la confianza del Congreso, el Rey disolverá las cámaras y convocará nuevas elecciones. Así establecido, en condicional, parece que efectivamente es una medida excepcional: lo ordinario es que no ocurra la no investidura, pero si ocurre este es el procedimiento ordinario.

Algo similar a lo que ocurre con la aplicación del famoso artículo 155 de la Constitución: lo ordinario es que las Comunidades Autónomas cumplan con las obligaciones que imponen la Constitución y las leyes, pero si no ocurre tal cosa el procedimiento ordinario es el previsto en el artículo.

Fue excepcional que se convocaran nuevas elecciones en 2015, como excepcional fue la aplicación del 155 en 2017, pero nada impide, si se dieran los condicionales previstos, que se convocaran nuevas elecciones o que se aplicara de nuevo el 155.

Parece obvio que lo que hay que evitar es que lo excepcional deje de serlo y se convierta en la norma ordinaria. O sea, evitar que se dé el condicional que pone en marcha la ordinaria excepción.

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