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El poder ejecutivo versus el poder judicial en Italia

Un miembro de Open Arms consuela a una migrante en el buque.

Un miembro de Open Arms consuela a una migrante en el buque. / AP / FRANCISCO GENTICO

Un fiscal italiano ordenó el desembarco en Lampedusa del pasaje de inmigrantes de Open Arms, en contra de la voluntad del ministro del interior italiano, Matteo Salvini. La voluntad cuestionable de este ministro euroescéptico y nacionalista dirigía también ataques más o menos velados hacia el gobierno socialista y europeísta de España, con la excusa de que Open Arms es una onegé española. A su vez, Salvini también dirigía embates internos hacia el propio Gobierno italiano, es decir, la tormenta perfecta para pescar a río revuelto.

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El resultado final ha sido la dimisión de su primer ministro y el malestar en las relaciones gubernamentales con un país amigo como España, y de políticas de Estado europeístas. La cuestión es la siguiente: ¿un Estado de derecho puede justificar que los inmigrantes sean enviados a España porque los rescató un barco español?

Hagamos la suposición de que un barco danés rescatase inmigrantes en aguas de Canarias y el Gobierno español le dijese que se los llevase a Dinamarca. Simplemente pensarlo provoca vergüenza, porque al margen de que el barco fuese danés las aguas serían españolas y allí rigen las leyes españolas y no la voluntad caprichosa de un ministro. En Italia se apreció la cordura de un fiscal, poniendo también de manifiesto la separación de poderes entre el ejecutivo y el judicial.

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