"Puedo perdonarlo todo, menos que me digan que, por ser viejo, no sirvo para nada"

Leo emocionado lo que decía Umbral: "Aprendamos despacio que envejecer es bello, aprendamos despacio que morir no es un rayo, que morir es oficio como vivir y amar…". Y me miro en el espejo de mis días presentes, y celebro haber alcanzado tan altas cotas de supervivencia. Pero no puedo apartar la mirada de los que no llegarán a viejos porque están sentenciados, perseguidos, fugitivos de patrias genocidas, hijos de historias sangrientas.

Y siento el privilegio de mi solar, de mi entorno amable, aunque imperfecto. Y deseo más por los que están en ciernes, que por mis propios deseos. Y abrazo al viejo necesitado y al joven desconocido que busca cobijo en solar desconocido. Y me siento conciliador, compasivo, conversador, generoso. "Seamos artesanos de nuestra vejez larga", decía Umbral.

Y no nos abandonemos a merced de la indolencia y el desánimo. La vida palpita y nos interpela hasta el último aliento. Confieso, sinceramente, que a estas alturas soy capaz de perdonarlo todo; menos que me digan que, por ser viejo, no sirvo para nada.