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"A una pera mohosa y futbolera"

La Superliga sigue adelante.

La Superliga sigue adelante. / EFE

Plantó cuatro hierros en el mar para extraer petróleo. Por ello le dieron miles de millones, no por el crudo sacado, sino por no extraer nada más que terremotos que hicieron cundir el pánico en los pueblos cercanos de la costa. No sé cuántas más malas siembras sembró, pero sí conocemos el inmenso fruto dado por sus malas o nulas cosechas.

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Ahora pretendía una liguilla europea con los, según él, mejores clubs de fútbol. Triste representación de la Europa futbolera la de doce tristes presidentes egoístas al mando de grandes clubs. ¿Dónde las decenas de equipos del continente tan grandes como ellos? ¿Dónde los históricos campeones relegados a pedir la limosna de que les dejen ser uno de los cinco invitados? ¿Qué títulos, qué méritos tienen de más algunos de los doce?

Una pera madura y echada a perder en el trasero de un espabilado cuyo único mérito es aprovecharse en el momento oportuno por el solo hecho de tener dinero. Esa pera mohosa debe ser apartada como la fruta podrida de la que habla la Biblia.

Señora pera, no haber derrochado el dinero de su club; debió, y debe, sembrar y cosechar su huerto, su cantera y no pretender ser el mejor a cualquier precio. Usted se irá, o será extraído como su triste petróleo. Pero el fútbol, con balones de trapo o de reglamento, seguirá en los ojos y en el alma de todos los niños de barrios, pueblos y ciudades que, como yo, lo hemos jugado y lo disfrutamos ahora de mayores.

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