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"Parte de la población no ve el lastre franquista que le queda por soltar"

Bandera franquista el 20 de noviembre en el Valle de los Caídos.

Bandera franquista el 20 de noviembre en el Valle de los Caídos. / Susana Vera (Reuters)

La dictadura de Franco fue férrea y unipersonal. Cuatro decenios de feroz autocracia autárquica lograron que sus tentáculos se infiltraran en ámbitos existenciales y desataran un eterno vendaval de retroceso intelectual.

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Nacida la incipiente democracia, militares golpistas, policía represora, jueces ejecutores de leyes antidemocráticas y ministros franquistas cambiaron de chaqueta, ocuparon destinos estratégicos en empresas públicas o simplemente conservaron sus cargos.

Así, la ideología retrógrada caló en toda la sociedad y se ancló en el subconsciente colectivo. Décadas después de su muerte, aún nos vigila desde su gélida tumba con tanto vigor que su legado, heredado de padres a hijos, da vueltas perdido entre circunvoluciones y surcos cerebrales.

Por eso, una gran parte de la población no advierte el lastre franquista que aún le queda por soltar y asume con naturalidad actitudes y discursos que, en democracias avanzadas, fundirían los plomos de cualquier cerebro sano.

Subsanémoslo. Ya es hora.

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