Parsimonias: "Mañana ya lo haremos", ¿y mientras?

Sobrevivimos como Estado gracias a los funcionarios. Esta lamentable situación es la que vive parte del territorio por la paralización del gobierno del Estado, algunos autonómicos, unos por la parsimonia de "mañana cuando tengamos presidente votado en el Congreso de Diputados o los parlamentos ya lo haremos" u otros porque "cuando consigamos la independencia crearemos un país fantástico" mientras, si estamos mal, justificamos su necesidad.

Sinceramente, si no ocurren más desgracias o existen algunas situaciones que no llegan al extremo de injusticia y desamparo social es gracias a la calidad de los funcionarios que tenemos, muchas veces enmascarando decisiones para evitar situaciones irreversibles que deberían ser tomadas por cargos que están en la cuerda floja, o por intereses políticos no se atreven, o por falta de nombramiento no deciden. Sí, esos funcionarios que históricamente todo el mundo critica salvan muchas irregularidades civiles dentro de sus concretos espacios laborales.

Imagínense que ahora, como proponen según qué partidos políticos, se encontraran en manos de consejos de administración la función pública y tuvieran la gestión de áreas como la enseñanza, la sanidad o los servicios sociales. Imagínense que supusieran rentabilidades para multinacionales que valoren el trabajo abstracto de las personas que atienden y gestionan en función de un resultado económicamente rentable. O imagínense la partida económica para proteger el medioambiente, la gestión de residuos y la polución que van a tener que asumir todos los gobiernos del planeta en manos de las mismas corporaciones que generan la mayoría de ellos directa o indirectamente.

Por favor, gobiernen, gestionen, administren de una vez, porque los parlamentos que los legitiman o legitimaran están formados por diputados que representan a ciudadanos de diferentes maneras de pensar, de diferente color, raza, procedencia, capacidad, sexo, genero, edad...que pagan unos impuestos en base de unos ingresos para ser receptores de unos servicios equitativos en función de la situación geográfica, familiar y social de cada uno. Y, sinceramente, se avecina una tormenta, todos tenemos el mismo derecho a cobijo, pero para ello hay que trabajar de verdad ya urgentemente y no perderse en parsimonias.