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"La paradoja del día de Todos los Santos"

Imagen del cementerio de Montjuïc, hace justo un año.

Imagen del cementerio de Montjuïc, hace justo un año. / Manu Mitru

Con la celebración del día de Todos los Santos, los cementerios se llenan de gente que va a recordar a sus difuntos. Las tumbas se adornan con flores y emotivos recuerdos que nos permiten revivir por momentos en nuestras mentes a esos seres queridos que ya nos han dejado. El resto del año, las flores de las tumbas se secan, los nichos se ensucian y los cementerios se convierten en lugares lúgubres que nadie visita, lugares sin vida. Parece que el resto del año nos olvidamos de la muerte, pero ella siempre está presente. Vivimos esquivándola, huyendo de ella día a día. Vivimos temiendo lo desconocido, temiendo el final de los finales, la conclusión de nuestra historia. ¿Cómo podemos temerle tanto a una cosa pero, aun así, dedicarle un día completo?

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