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"No todos los hombres son violadores, sino que todos los violadores son hombres"

Manifestación en Madrid, este domingo contra la violencia de género. 

Manifestación en Madrid, este domingo contra la violencia de género.  / J.J. GUILLEN / EFE

“Oye, que a ti no te están matando, tú estás en tu casa tan tranquila comiéndote un bocadillo de jamón.” dice Milena Busquets en su artículo del 19 de diciembre. Y con ese gesto insolidario nos deja mudas de espanto.

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Este corto fragmento contiene una contradicción: ¿no murió por ser mujer pero si hubiese sido un hombre probablemente no habría muerto? Y también está plagado de machismos: “Las mujeres somos más débiles y es más fácil matarnos, eso es genético, no cultural, y difícilmente cambiará” es un eufemismo de obedezcan y manténganse sin libertad porque no se puede cambiar el hecho de que somos más fuertes que ustedes. "La culpa es de ustedes", diría un macho ibérico de La Manada; pero no, esto lo está diciendo mujer.

Otra cuestión preocupante es la mezcla de conceptos: negar la gravísima cuestión de la violencia de género al principio de una frase y aceptarla al final de la misma o comparar una pelea de niños con una violación, como si fuera natural que todo varoncito pueda golpear a su hermana pequeña, obviando el hecho fundamental de que debe haber una pareja parental que lo impida y eduque al niño en la convivencia, explicándole que no se puede maltratar a una hermanita indefensa y, al mismo tiempo, considerarse 'buen tío'. No es menos desafortunado comparar este crimen con otros dos, como si el horror de unos menguara el horror de los otros.

Por último, considero lamentable que la autora subestime nuestra inteligencia al invertir un silogismo y afirmar que "se carga el crimen a todo el género masculino en bloque” cuando es más que obvio que la realidad muestra que, por supuesto, como todos sabemos, no todos los hombres son violadores si no que todos los violadores son hombres. No existe una sola violación seguida de muerte en la que la víctima es varón y la victimaria mujer.

Como contesta acertadamente Najat El Hachmi, Laura Luelmo no se murió, fue asesinada. Najat le recuerda a Milena que, como escritora, no puede desconocer la sutileza semántica que media entre morir o ser asesinada. Najat le recuerda que, como periodista y como mujer afortunada por haber crecido y haberse educado en la igualdad, tiene la doble responsabilidad de la empatía.

“Oye, que a ti no te están matando, tú estás en casa tan tranquila” es una frase hiriente para todas las lectoras. Como profesional de la educación, he visto y lidiado con mucha violencia de género. Como madre de un varón y dos mujeres, nunca estoy en casa tranquila porque, mañana, el sufrimiento de la violencia podría tocarle a cualquiera de ellos; pero, con respecto a las hijas, se agrega el terror a la violación seguida o no de muerte. Y pensar en  el horror de otros crímenes, como propone Milena, no menguaría mi dolor.

Creo que el artículo de Milena ha sido lamentable. Esto no cambiará mientras se siga banalizando el tema. He ahí el nudo de tanto horror. Porque horror es la palabra justa.  

He ahí la cuestión: empatía de género ante el terror y el horror.

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