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El nivel del político menguante

Felipe González y Adolfo Suárez conversan en los pasillos del Congreso de los Diputados, en una imagen de 1980.

Felipe González y Adolfo Suárez conversan en los pasillos del Congreso de los Diputados, en una imagen de 1980. / ARCHIVO

La ventaja de tener políticos de verdad, hombres de Estado, responsables y con proyectos importantes, es que saben que la política puede mejorar la vida de las personas, aunque para lograrlo deban adaptarse a los cambios o sortear leyes obsoletas e injustas.  

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Adolfo Suárez era de esa clase de políticos, por eso no dudó en legalizar el Partido Comunista y entrevistarse con Tarradellas, cuando tanto el PC como la Generalitat eran ilegales, y en contra de la opinión de todos, para consolidar una Transición esencial en nuestro futuro.

En cambio, el problema de tener a mediocres que entran en un partido como salida profesional, pero que no tienen formación, ni responsabilidad, ni proyecto, ni liderazgo, es que son incapaces de entender que la política es algo más que su propia forma de vida.

Por eso algunos se han enfadado por una entrevista que TVE le ha hecho en prisión al señor Junqueras, porque se sale de ese guion que dice que a los españoles hay que mentirles u ocultarles las cosas para que piensen poco, y así ellos puedan aguantar mejor.

Lo curioso de esos sujetos metidos a políticos es que, como les reímos las gracias y hasta les regalamos masters para que disimulen su falta de formación, llegan a creerse que con el carnet del partido les viene un plus de simpatía, inteligencia y sentido de estado, y de eso nada.

Claro que la culpa no es de ellos sino nuestra, por poner el país en manos de gente cada día más mediocre, con menos formación y a quienes además no les exigimos responsabilidades, para luego quejarnos de que no son capaces de sacarlo adelante.

Si hasta para enseñarles a los niños a esquiar buscamos al mejor entrenador, no entiendo que para administrar el país y nuestro futuro nos conformemos con cualquier charlatán iletrado.

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