"Negociaciones entre Rusia y Occidente: ¿sería posible un resultado diferente?"

Como se esperaba, desafortunadamente, las tres rondas de negociaciones del 9 al 13 de enero entre Rusia, Estados Unidos y la OTAN sobre garantías de seguridad terminaron como empezaron. Las posturas de Moscú, Washington y Bruselas no encontraron un terreno común. Rusia y la OTAN inicialmente presentaron demandas difíciles de realizar.

Moscú pidió a Bruselas que aceptara su proyecto de garantías de seguridad y que abandonara la idea de incluir Ucrania y Georgia en la alianza. La posición de Rusia se basa en los principios estipulados en los documentos de la Cumbre de Estambul de la OSCE de 1999. Allí se señaló que la libertad de elección de las alianzas se debía directamente a la necesidad de garantizar la indivisibilidad de la seguridad. En otras palabras, nadie debe actuar en detrimento de la seguridad de ningún otro estado. Por su parte, la OTAN instó a Rusia a que retirara las tropas de la frontera con Ucrania, un socio de la Alianza.

El compromiso en estas cuestiones parecía inalcanzable desde principio. Rusia tiene el derecho de mover libremente las tropas en su territorio. La OTAN no puede prohibir que otros países se unan al bloque si cumplen con los criterios de membresía. En estas condiciones, era necesario hacer concesiones y encontrar puntos de interés común. Sin embargo, a todas las partes les falta flexibilidad, lo que resultó al fracaso de las negociaciones.

¿Qué podrían acordar los países? Como mínimo se pueden subrayar tres asuntos: 1) restauración de canales de comunicación rotos a través de las líneas militares y políticas; 2) reducción del número de ejercicios bélicos en los territorios fronterizos de Rusia y los países de la OTAN; 3) rechazo del despliegue de misiles de medio y corto alcance basados en tierra fuera del territorio nacional.

Lo importante es la percepción de los resultados en Rusia y Occidente: si son el comienzo de la desescalada o el fracaso de la solución dialogada.