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Necesitamos una reforma moral

Las imágenes que ilustran las noticias sobre ciencia esconden el protagonismo de las mujeres.

Las imágenes que ilustran las noticias sobre ciencia esconden el protagonismo de las mujeres.

Ante la noticia de que nace un bebé en China a los cuatro años de que sus padres fallecieran, me planteo que, si la ciencia y los avances lo permiten, ¿hasta dónde van a llegar las actuaciones de las personas? Miedo es lo que se puede sentir cuando se escuchan estas noticias.

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La fecundación in vitro y el embarazo subrogado vuelven a plantearnos nuevos dilemas éticos. Hace unos días, escuchábamos la noticia de que después de una larga batalla en los tribunales, los abuelos tanto maternos como paternos conseguían la custodia de los embriones congelados de sus hijos fallecidos en un accidente de tráfico hacía cuatro años. Los embriones iban a ser transferidos a la mujer 5 días más tarde, pero ese día nunca llegó.

Hemos perdido el norte. No porque algo sea científicamente posible es siempre éticamente correcto. Lo cual debería hacernos plantear en qué clase de sociedad nos estamos convirtiendo. En qué momento el deseo y la ilusión de formar una familia, la paternidad o la maternidad y la crianza, se convierten en el egoísmo de unos abuelos buscando un legado o en un medio para paliar su duelo. ¿Hasta dónde podemos seguir saltándonos las leyes de la naturaleza?

Al igual que los actos humanos, los progresos científicos tienen implicaciones morales. Es necesario, hay que exigirlo y urge que revisemos los valores y principios en donde sustentamos nuestra vida. Necesitamos una reforma moral.

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