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Unas navidades con ausencia de besos, abrazos, caricias...

Unos niños decoran el árbol de Navidad.

Unos niños decoran el árbol de Navidad.

Las navidades del 2020 están siendo atípicas. Los expertos o quienes aseguran serlo en epidemiología, según los gobernantes, han interesado la imposición de drásticas limitaciones de interacción personal y movilidad para reducir los contactos sociales, significadamente en el ámbito familiar. Ello comportará un elevado coste personal, social y psíquico, dado que la relación social y la afectiva es intrínsecamente consustancial a la condición humana y no se llega a suplir con las nuevas tecnologías ni las redes sociales con pantallas inertes a la permeabilidad del calor humano. La ausencia del contacto físico -del saludo, del beso, del abrazo, de la palmadita, de la caricia afectuosa- puede derivar en ansiedad, tristeza, depresión, sensación de vacío, desánimo. Asistiremos, resignados, a un obligado confinamiento de las familias en su mínima expresión: 6 o 10 personas, circunscritas al hogar burbuja convivencial.

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