"El periodista Pablo González sigue preso en Polonia, ante el silencio cómplice del jardín europeo"

El 28 de septiembre se cumplieron 19 meses del encierro del periodista Pablo González. Fue detenido en la frontera polaca con Ucrania, mientras cubría la salida de refugiados ucranianos tras la invasión rusa el 28 de febrero de 2022. El hecho de tener doble nacionalidad -española y rusa- parece que es el motivo circunstancial de su encarcelamiento. En esos primeros días de tensión tras el ataque ruso fue acusado de espía ruso.

Está en prisión preventiva, sin acusación formal ni aportación de supuestas pruebas a su defensa, desde entonces. Prácticamente está en un régimen de aislamiento, 23 horas diarias en la celda, y en todo este tiempo solo ha podido ver a su mujer en dos ocasiones. No puede, ni siquiera, tener contacto telemático con sus hijos. En una prisión calificada de 'Guantánamo', en este jardín europeo.

El hecho de ser un periodista 'freelance', pero reconocido por su experiencia y especialidad en los países eslavos, salvo loables excepciones, los medios y las asociaciones de prensa no se hacen eco de su situación. El servicio consular le visita periódicamente, pero se desconoce que el ministerio de Asuntos Exteriores haya intervenido positivamente en su posible excarcelación y expatriación.

Es incomprensible los usos no transparentes y democráticos de la Administración polaca y su negativa a mejorar la situación de un ciudadano, incluyendo la libertad vigilada hasta, en su caso, la celebración de un juicio justo.

Todo esto en el jardín europeo y el silencio cómplice de unos y otros.