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"Los mundos de Almudena"

Almudena Grandes falleció este sábado tras una larga lucha contra el cáncer.

Almudena Grandes falleció este sábado tras una larga lucha contra el cáncer.

Esta carta será solo un pequeña gota entre los ríos de tinta que estos días correrán en memoria de Almudena Grandes. Y, sin embargo, para mí es importante escribirle una modesta elegía en prosa, por muchas razones.

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No la conocí en persona y además leí su obra tarde. Pero considero que Almudena poseía un arte único. Tuvo la habilidad de hacernos revivir como nadie nuestra inseguridad de adolescentes de la Transición española (cuando vivíamos nuestras primeras experiencias amorosas, por ejemplo), de recordarnos nuestro dolor de jóvenes a quienes una pareja abandona inesperadamente, de ayudarnos a tomar conciencia de nuestra frustración de adultos que se comparan con personas a las que admiran -como su protagonista en 'Malena es un nombre de tango'-, hasta que el devenir nos hace adquirir valor a nuestros propios ojos. En definitiva, Almudena describió como nadie lo que significa madurar.

Ella nos enseñó, en 'Los aires difíciles', que madurar a veces implica volver a empezar, como Sara y Juan, y nos mostró que podemos renacer de las cenizas, cruzarnos con desconocidos y encontrar en ellos a los mejores amigos de nuestra vida.

Pero, sobre todo, Almudena derrochaba, no escatimaba en nada. Ni en su lenguaje -que desplegaba sin trabas ni represiones-, con esa adjetivación tan profusa como los manjares de su cuento 'Malena, una vida hervida'. Ni en la imaginación para sus tramas, que parecía inagotable. Ni en la singularidad de sus personajes, cuyos sentimientos nos transmitía desgranando cada pequeño paso mientras despertaba en nosotros multitud de sensaciones.

Solo puedo decir que, sin haber conocido a Almudena Grandes, únicamente habiendo habitado algunos de sus mundos, ya me regaló todo eso.

Sería una ingrata si le diera un simple adiós a una escritora tan generosa. Mi despedida tiene que ser “Hasta siempre, Almudena”.

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