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"Mi padre lleva desde julio esperando una cama para el control de un cáncer con metástasis"

Imagen de archivo de una cama de hospital.

Imagen de archivo de una cama de hospital. / RICARD CUGAT

El pasado 10 de agosto se publicó en este diario una carta de un médico de urgencias del Hospital General del Parc Sanitari de Sant Joan de Déu de Sant Boi, explicando la grave situación que presentaba el colapso de urgencias, que no es otra que el cierre de plantas de hospitalización por orden de la dirección médica y de la administración.

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Quisiera aportar mi versión para que se vea también desde los ojos de los familiares que acompañan a aquellos que sufren los problemas en sus carnes. Mi padre lleva desde finales de julio esperando una cama para el control de un cáncer con metástasis ósea.

El caso de mi padre lleva tres años con el equipo de PAES del mismo centro del cual hemos recibido todo el apoyo y la ayuda necesaria. El sábado 18 de agosto tuvimos que llamar a Urgencias porque el dolor era insoportable y las movilizaciones ya son imposibles en el domicilio. 

Los sanitarios de la ambulancia lo tuvieron difícil, aunque su esfuerzo, profesionalidad y cariño llevaron sin problema al enfermo al centro hospitalario. Sin embargo, una vez allí, mi padre lleva desde el sábado por la noche a la espera de habitación, en una camilla incómoda, soportando unas condiciones que los médicos intentan aliviar pero que no pueden realizar como gustarían a falta de una planta libre, un colchón de aire o incluso un traslado.

Mas no hay más ayuda. No puedo más que dar las gracias a los profesionales médicos de todo el proceso que se esfuerzan en hacer un buen trabajo y se ve impotentes ante lo que ellos no pueden controlar. Son estos trabajadores quienes reciben las quejas, entendibles aunque injustas, de pacientes y familiares que sólo buscan una situación digna para sus seres queridos.

Los profesionales médicos miran de reojo cuando a la Administración y los cargos públicos se les llena la boca de adjetivos: puntero, moderno, totalmente equipado. Mas cuando la prensa no presta atención a lo que el hospital tiene que decir sobre sí mismo, las bocas callan. No se molestan en apuntar a las preguntas necesarias: las plantas cerradas, las urgencias colapsadas y los pacientes sufriendo, de nuevo, la precariedad de la situación de la sanidad pública.

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