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"Mi despacho parece otro después del confinamiento"

Una mascarilla entre las hojas de un libro / EFE / Paco Santamaria

Finalmente, los libros de mi despacho lucen perfectamente ordenados. Gracias al confinamiento que el coronavirus provocó en su día mi despacho parece otro. Todo está ordenado y cuando, satisfecho, miro sus estanterías descubro que mi alma también denota ciertos retoques positivos. Percibo que las ideas sobre el cómo deberíamos organizar nuestro futuro son muy diversas. La nostalgia del pasado nos está amenazando seriamente ya que no sabemos juzgarlo con inteligencia y, por eso, no sabemos pedir perdón. Los jóvenes continúan sin usar mascarillas porque creen que el virus no va con ellos, sin embargo, en la vida cotidiana las nuevas distancias y las mascarilla van ganando terreno y los familiares que depositaron a sus mayores en residencias ahora son los primeros en protestar. Todas esas cosas y muchas más, lentamente, van ordenando las estanterías de mi alma y a la hora de cenar, aprovechando el frescor de la noche barcelonesa en la terraza de un restaurante del barrio, con mi mujer, y a través de un código QR, acercando la pantalla de nuestro móvil, le pedimos al camarero que nos sirva dos ensaladas y una ración de salmón para compartir.

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