"'Més i més' que un jugador"

messi / Jordi Cotrina

Esto no es una elegía ni un epitafio. Es lo que diré cuando me pregunten. Fue el chico que no crecía, el que debutó a los 17. Fue el 10 que jugó de falso 9 dentro del campo y el falso dios (símbolo) dentro y fuera. El pibe que cuando jugaba Giuly de titular hacía que Nico y yo gritásemos solos en el bar: “Ponélo a Messi, la p.. que te parió!”. El que aprendió de Ronny, el Principito. El que cogió su relevo de dispensar la alegría y la extendió hacia el furor y la maravilla. El que escribió el gol de Maradona contra los ingleses, no como Pierre Menard sino como ángel que restituye y encarna lo mejor del pasado. El perro que inventó el fútbol (quizá) como se inventó, como lo inventan los niños: "sacámela si podés", llegar al arco, entrar. El que coreografió el 5-0 y el 2-6. El capitán y timonel de los tripletes. El motor de un artilugio atractivo, bello, inigualable en lo que se llama juego. El que hizo que fuera objetivamente hermoso y placentero aplastar al Madrid de Mourinho, “el más rabioso de la historia” (uno y otro) para todo el mundo. El que trajo la justicia poética. El que jugaba en todas las posiciones del campo menos de portero. El que hizo que muchos culés fuéramos hinchas de Messi (casi) antes que del Barça.

El que iba a jugar toda la vida en este club, él, el más del Barça (que todos). El que no tiró la toalla un partido. El amigo de sus compañeros. El que citando a Cruyff regaló un penalti con pase a Suárez. El que no jugó en España, sino por Argentina. El que no quería irse. El que nos regaló un placer inédito, el hacedor de la gracia, el conductor de milagros, remontadas, maravillas. El tímido, el risueño, el culé. Lionel Messi.