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"Me gusta soñar que soy niño para recordar a mis abuelos"

Tres pensionistas descansan en un banco en la plaza del surtidor de Poble Sec, en Barcelona.

Tres pensionistas descansan en un banco en la plaza del surtidor de Poble Sec, en Barcelona. / ALBA HAUT

En los últimos tiempos se habla de los abuelos como un recurso necesario y recurrente ante la crisis: se les dejan los nietos, se "arañan" sus restringidas pensiones, se les encargan recados y gestiones…

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El recuerdo que tengo de mis abuelos es dulcísimo y permanente. Muchísimo cariño, protección, cuentos de fantasía y magia, sonrisas limpias, cocina de 5 estrellas Michelin y sabios, muy sabios consejos, generosidad y abnegación extrema. Hace muchos años ya que dejé de ser un niño, pero me gusta soñar que lo soy para recordar a mis abuelos. Y siempre se lo transmitimos a nuestra hija, que mantiene la pasión por sus “lelos".

El papel de los abuelos en los tiempos que corren debería recuperar la “jerarquía” perdida, estar más presentes, tomar más parte, ser más escuchados, consultados, fijarse en sus miradas de mil mensajes, ser reclamados para consensos y como compañeros únicos para guardar secretos… Son únicos fabricando juguetes de la nada.

Los hogares necesitan más aroma de abuelos, tienen que ser más visibles. Tienen tanta memoria que son capaces de olvidar lo más evidente.

Ah, no tengo nietos... pero siempre sentiré la cercanía de mis abuelos.

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