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La lucha oculta de los rectores universitarios contra la FP

 Instituto Juan de Villanueva.

 Instituto Juan de Villanueva. / Google Maps

Aniceto Ramírez Vilches

Como coordinador de prácticas de un centro de FP con una experiencia de 30 años, viví la desaparición del anterior sistema educativo, donde un alumno que estudiaba FP de Auxiliar Administrativo tenía entre sus asignaturas física y química o debía estudiar tres años FP de segundo grado sin hacer ni una sola hora de prácticas en una empresa.

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Esto, afortunadamente, desapareció con el nuevo sistema de Grados Medios y Grados Superiores de FP, basados en una formación muy técnica y específica sumada a la obligatoriedad de realizar prácticas en empresas durante un periodo mínimo de 350 horas. Estas se encuentran dentro de las 2.000 horas que se deben impartir en cada uno de los grados formativos.

Este cambio en el sistema de FP supuso la desaparición de muchas de las aulas que se destinaban a impartir este tipo de formación. A ello se le sumó la escasa inversión inicial pública porque no se creía en el proyecto. Nadie ha destacado que de aquella situación se deriva gran parte de la carencia de profesionales técnicos de grado medio y superior que hoy tienen las empresas.

Recuerden que se extendió la edad obligatoria de los 14 años de la EGB a los 16 de la ESO, es decir dos años más que deberían permitir orientar mejor en estudios postobligatorios a los alumnos y no mantener la forma de enseñar hasta octavo de EGB exactamente igual pero ahora hasta cuarto de la ESO, con el único objetivo de hacer que los alumnos lleguen en masa a bachillerato.

Al inicio se exigía a los estudiantes con un ciclo formativo de grado medio hacer una prueba de acceso que duraba un año para poder seguir estudiando un ciclo superior de la misma familia, una situación absurda, que cayó por su propio peso y porque desde el parlamento europeo así se impuso, no sin resistencia de docentes o políticos.

Ahora aquellos que han descubierto en la FP la solución a los enormes problemas que tienen las empresas para encontrar trabajadores bien formados, a la vez que soluciona los problemas que tienen los jóvenes para independizarse. Se siguen produciendo tensiones, como la oposición de algunos docentes de FP o incluso de rectores universitarios a un decreto que obliga a dar de alta a los alumnos en prácticas de FP de Grado Medio, Grado Superior o Universitarios en el Régimen General de la Seguridad Social, con la excusa del aumento de la burocracia o del trabajo que ha de suponer para coordinadores o tutores explicar esta nueva situación a las empresas, o del coste económico que supondrá para las mismas.

Es necesario que al alumno en prácticas se le reconozca en su vida laboral, esos periodos de formación en empresas, ya sean estas prácticas remuneradas o no.

Esto prestigia la FP, dignifica las prácticas, permite un mayor control sobre las empresas que acogen alumnos y ayuda a obtener información real sobre las mismas. En la actualidad muchas empresas ya lo hacen y estas prácticas están totalmente bonificadas, la única diferencia es que a partir de ahora  será obligatorio. 

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