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Los votantes de la derecha ni sienten ni padecen
José Luis Peira
Una cosa está clara y no admite discusión, la gente que vota a la derecha ni oye, ni ve, ni escucha, hasta me atrevería a decir que ni siente y ni padece.
Entretodos
Yo lo sé hace muchos años, incluso tengo mis hipótesis científicas de andar por casa. Lo evidente del último resultado electoral es esto que afirmo y soy capaz de sostener: al votante de la derecha le importa un rábano la corrupción, el uso ilegítimo del poder, los atropellos a la clase trabajadora o el saqueo del estado.
En España ha ganado un partido cuya única consigna fue “si no nos votan a nosotros vendrán los malos”. Y todo esto dicho por una persona que es un monumento a la mediocridad, designado a dedo por otro individuo mediocre que en su desvarío llegó a creerse Superman.
Reafirma lo que sostengo el que en los distritos electorales en dónde la corrupción y el atraco son más manifiestos el voto ha sido más firme. Cierto, en Valencia la gente ha pedido el regreso de “la Bombón”, del de los dos millones de pelas que si “nun me votáis sus doy una palissa”. La gente solicita que el de los aeropuertos vuelva a hombros, que el de los trajes se suba al escenario de nuevo, que traigan al Papa y a la fórmula uno que pagamos a escote, que resuciten a la de las hombreras y que reactiven ese canal de televisión publicitario deficitario que ocultaba verdades y contaba chorradas.
La gente que vota a la derecha merecería tener un país para ellos solos, una nación cautiva, cobarde, pequeña, bárbara y atrasada. La España de Massiel, de Zarra, del Caudillo, de don Pelayo y olé, una nación en blanco y negro, de orden y de señores con bigote, un estado dormido en siesta eterna, viendo por el único canal de su tele como el mundo avanza sin ellos.
Casi lo que es España hoy, un furgón de cola que se deja arrastrar, un poco por encima de los menesterosos y bien por debajo de la moral mínima. Sepan que en la Europa grande, la occidental y noble, un partido como el que aquí ha ganado con gran ventaja no podría ni presentarse a las elecciones: hablamos de financiación ilegal, de tesoreros ladrones, de ministros de seguridad que se dejan escuchar y además abusan de su posición para beneficio propio.
No me extraña que algunos quieran la independencia. Yo en esta España cutre tampoco quiero estar. Siento que sobro. Lo triste es que sin territorio a ver cómo demonios me desvinculo.
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