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Los nacionalistas catalanes juegan con fuego, y mañana puede ser tarde

Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal, en la manifestación de la plaza de Colón de Madrid

Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal, en la manifestación de la plaza de Colón de Madrid / EFE / FERNANDO VILLAR

El poder de convocatoria de la derecha española ha sido un completo fracaso. La 45. 000 personas asistentes a una manifestación convocada por todas las fuerzas contrarias a Pedro Sánchez indican la poca credibilidad que infunden en la población. Esto es un respiro para el Gobierno estatal y para el Govern de Catalunya. Pero no nos engañemos, el conflicto catalán no tiene más camino de resolución que la aplicación de la legalidad vigente.

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El Gobierno no puede aceptar la autodeterminación y, si los independentistas no ceden en ese punto, no se puede mantener una mesa de negociación que no lleva a ningún sitio. Si no se aprueban los presupuestos, será muy probable que se adelanten las elecciones y si, como ha ocurrido en Andalucía, la ciudadanía se cansa de toda esta historia y decide no votar, pueden sumar las derechas y será el fin de cualquier vía para ampliar el autogobierno catalán y, si nadie lo remedia, la suspensión total del mismo.

Los partidos nacionalistas catalanes están jugando con fuego, y lo más seguro es que se quemen. Nunca, ni por la legalidad ni por la fuerza, conseguirán la independencia. Ellos lo saben, pero han de mantener a su electorado y han entrado en un camino sin retorno que, después de destrozar la convivencia en esta preciosa tierra, va a hundirla económicamente durante décadas. Ellos serán los responsables máximos del desastre que se avecina. Hoy estamos a tiempo de arreglarlo. Mañana será tarde.

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