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Los hijos no son una propiedad

Dos mujeres, con varios niños de corta edad.

Dos mujeres, con varios niños de corta edad. / EFE / LUC SKEUDENER

Julián Arroyo Pomeda

En nuestras discusiones bizantinas ahora se debate sobre la pertenencia de los hijos con pullas que alimentan broncas desaforadas. Entremos en el tema, incluso con desagrado. Decir que son de los padres implica que estos tienen derecho a educarlos de acuerdo con sus valores y convicciones.

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Negar que pertenecen a los padres es aceptar ser estalinistas o hitlerianos. Así no salimos del círculo polémico de las discusiones. Si son de Dios, habría que tener los que Él quisiera, pero en la actualidad esto es imposible.

Una posición es la del papa Francisco, que dice que los padres son custodios y no propietarios de sus hijos; ellos son los guardianes de su vida y no sus dueños. Han traído a la existencia a sus hijos, son el instrumento en que estos se apoyan para crecer físicamente y desarrollarse cultural y espiritualmente para ser ellos mismos y hacer su vida en libertad.

No se les puede transmitir las propias preocupaciones, dificultades, miedos y complejos, ni presionarlos para que no cometan los errores propios. Ellos tienen su identidad y perciben lo que pasa. Pueden tropezar y hasta caer, pero también levantarse más fuertes todavía. Son fruto de la vida misma, que no se puede frenar.

La educación de los hijos requiere de un fino equilibrio entre permitirlo todo o controlarlo rígidamente. Hay hijos que no  hablan con sus padres y quieren salir de casa. Otros desprecian a sus progenitores. Algunos discuten mucho con ellos, pero son sus padres.

No pertenecen al Estado, pero como tienen derecho a la educación la escuela los educará para ser buenos: que no traten de engañar a los maestros, que no peguen a sus hermanos, que no acosen ni ridiculicen a los compañeros, que no griten ni se revelen ni amenacen a sus padres.

Luego se harán buenos ciudadanos con obligaciones y responsabilidades. Esto es educación moral para desarrollar talentos y capacidades. Deberíamos entender que los hijos no son nunca un asunto privado.

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