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"Libertad sin ira: necesitamos, como en la transición, desterrar las posturas intransigentes"

Carrillo, primero por la izquierda, junto a los líderes de los otros partidos --Rodríguez Sahagún (UCD), el presidente Suárez, González (PSOE) y Fraga (AP)-- en compañía del Rey durante la transición.

Carrillo, primero por la izquierda, junto a los líderes de los otros partidos --Rodríguez Sahagún (UCD), el presidente Suárez, González (PSOE) y Fraga (AP)-- en compañía del Rey durante la transición. / ARCHIVO

'Libertad' es la palabra mágica del momento. Se ha convertido en una especie de mantra y hasta de amuleto, como si nos fuese o les fuese la vida en ello. De ella, uno de los bienes más preciados de los que se ha dotado la humanidad, han hecho políticos de toda clase y condición, y hasta los sufridos ciudadanos de este país y el mundo en general, una palabra banal y hueca.

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Ya parece que todo vale cuando queremos de verdad ejercerla, olvidando u obviando que tal vez nuestra libertad termina donde empieza la del prójimo. Ignoro ahora mismo si todos o todas los que la enarbolan con tanto entusiasmo, saben si cabe su verdadero significado. Tal vez muchos desconozcan, por edad o lejanía en el tiempo, que allá por el año 1976, una canción, 'Libertad sin ira', se convirtió en todo un hito, en todo un canto o himno de la transición hacia la democracia tras muchos años de una férrea dictadura.

Aquella libertad nos hablaba de no tener odio, de libertad sin violencia y, por supuesto, de una libertad sin ira: "Guárdate tu miedo y tu ira, porque hay libertad, sin ira, libertad y si no la hay, sin duda la habrá", decía su famoso estribillo. Por aquel tiempo se ansiaba libertad sin ningún tipo de revanchismo. Un año más tarde se celebrarían unas elecciones que supusieron de alguna manera la vuelta de una incipiente democracia.

Necesitamos, tanto como entonces, desterrar de nuestras vidas la ira, las posturas intransigentes y las formas intolerantes y, sobre todo, recuperar respetos mutuos. Si bien es cierto que también hemos pasado por tiempos oscuros, recordemos, si es posible, cada vez que usemos esa libertad, aquel espíritu de "sin ira, libertad".

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